lunes, octubre 27, 2014

Flamingo again ("lo más sucio que han tocado mis manos")

"No me sé mi vida, o la sé mal", parafraseando a Abigael Bohórquez. Como en las pasadas dos ocasiones, hablaba del Flamingo, quisiera que por lo menos por un buen tiempo por hoy la tercera fuera la vencida.
Una compañerita muy simpática se refería a él como "El Mugrosito". Razones no faltaban, tan poco afecto al baño era el poeta, que francamente dudo que se haya bañado más de una vez al año.
Pero no era el único que padecía esa falta de higiene. Así era la onda neo-hippie de principios de los noventa. Ahora que me lo topé hace nueve años, el otrora cochambroso galán lució rozagante y recién bañado todo un señor promotor de la cultura oficial de la que tanto repeló cuando joven. Pero, en fin, ser joven y rebelde es casi un pleonasmo.
De él se decían tantas cosas y tanto daba de qué hablar que era un gusto. No por morbo sino por diversión irreverente. Para muestra un botón. En uno de los famosos recitales del ciclo de poesía "Flor y Canto", donde participábamos JD, el Manolo y otros, dio un tremendo show de poesía alternativa. Recuerdo dos detalles. Primero, mientras gritaba "el amor, el amor" penetraba con un plátano un dona destrozando el bizcocho. Segundo, y más tremendo, en unas bolsas blancas (muy parecidas a aquéllas donde ponían los desechos sanitarios en los baños de la escuela) hizo una eclaración de no recuerdo qué carajos y las hizo explotar y, en efecto, contenían papelitos con manchas sepias y otras inmundicias que cayeron sobre el sorprendido público que absorto escuchaba al marihuano poeta. Fue apoteósico. Nunca quise volver a ir aninguno de sus recitales.
Su monumental exceso no obstó para que durante un buen tiempo (mediados y finales de los 90) vendiera "pan artesanal", piropeando a las secretarias del campus. "¿Vas a querer pan, hermosa?"
En la boda de Casildo Rivera con Vero (perdón olvidé su apellido) nos desvelamos bebiendo (1996) en el patio de una casa, hasta Ismael Mercado andaba ahí. Ya muy de mañana, Vero estaba histérica: El pastel de bodas (que por extrañas razones no había sido partido) estaba salpicado de tronchos de barbacoa. Sí, fue el Flamingo el de la gracejada, pero sólo lo supe más tarde. Igual el pastel se veía pintoresco.
Ya puesto este contexto, ¿cuán sucia consideraba a su exnovia Cristina como para calificarla como "lo más sucio que han tocado mis manos"? Nada, que en una convivencia donde estaba el Flamingo y su Cristinita viendo tranquilamente películas en casa de otra pareja "hetero", se le ocurrió al plumífero y a la anfritriona ir al expendio por más cahuamas. De regreso, al abrir la puerta de la casa, no creyó lo ya estaba viendo:
Cristina ensartada con el anfritrión.

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