lunes, julio 25, 2005

“El otro amor”: Navegación en yoremito, de Abigael Bohórquez.

Algunas de las características más notables de la poesía de Abigael Bohórquez son su profunda vitalidad, su actitud rebelde e inconforme ante la injusticia, la fuerza del amor-pasión, su recurrencia al poema de largo aliento, su afán lúdico con el lenguaje y las situaciones, afán lúdico que también es notable a su dramaturgia.
Para realizar un breve esbozo biográfico del poeta, pudiera anotarse que nació en Caborca, Sonora (1936), población ubicada en el desierto de Altar, relativamente cerca de Estados Unidos. Su infancia y adolescencia transcurrieron en su estado natal, y durante su juventud triunfó en varios concursos estatales y nacionales (juegos florales) de poesía. A la edad de 26 años (1962) se va a radicar al Distrito Federal, y labora bajo las órdenes de Gilberto Cantón como taquimecanógrafo en Bellas Artes. Pocos años después (1965) es Jefe del Departamento de Literatura y Ediciones del OPIC (Organismo de Promoción Internacional de la Cultura, por sus siglas), dependiente de la Secretaría de Relaciones Exteriores; desde esa instancia promueve recitales de escritores extranjeros, edita la Gaceta OPIC y coordina el Grupo de Poesía Coral del mismo organismo. Abandona la ciudad de México en 1970, al desaparecer oficialmente el OPIC a causa de cambios sexenales, y va a radicarse con su madre a la Villa de Milpa Alta, D. F., en donde organiza grupos de poesía coral con niños campesinos. Es llamado al IMSS como Asesor de Actividades Artísticas, y en general durante ese sexenio (1970-1976)cumple con varias comisiones gubernamentales de promoción cultural.
Va a radicar a la Villa de Chalco (1977), donde funge como promotor cultural y maestro de arte dramático y declamación en el Centro de Seguridad Social del IMSS en el mismo lugar. Muere su madre, Sofía Bojórquez García (26 de agosto de 1980). Se publica su antología Heredad, 1956-1978 (FEM, 1981). Es enviado de la capital del país como promotor del IMSS a Hermosillo, puesto que desempeña hasta 1992. La Universidad de Sonora publica la recopilación Poesía en limpio 1979-1989 (1990). En Hermosillo pasa graves penurias económicas.
Con el poemario Navegación en yoremito (del cual se ocupa la presente divagancia) triunfa en el Premio Clemencia Isaura del Carnaval de Mazatlán en 1993. El 17 de octubre de 1995 recibe un homenaje de parte de la Universidad de Sonora. Durante el mismo, el rector de la institución hizo pública intención de prodigar al poeta una beca vitalicia. No fue posible otorgársele ésta. La muerte sorprendió al poeta, de un ataque al corazón, la madrugada del domingo 26 de noviembre de 1995, en Hermosillo, Sonora. Su cuerpo fue descubierto dos días después en su solitario departamento y el miércoles 29 de noviembre fue sepultado.

Navegación en Yoremito es un poemario que nos muestra cómo Bohórquez era un orfebre de la palabra, un perfeccionista del verso, un poeta con un alto grado de sana autocrítica. La mayor parte de los quince poemas que conforman este poemario cuentan con varias versiones anteriores. Vayamos por partes.
La última edición de Navegación en Yoremito que aparece bajo supervisión del autor fue publicada por la Universidad de Sonora en 1995, meses antes del deceso del poeta. Aparece como primera edición, pero en realidad ya existía una anterior, publicada en Toluca, editada por la Tinta del Alcatraz en 1993. De cualquier forma, la versión de 1995 es la más cercana a la voluntad del autor, pues en ella se refleja el final de un proceso de creación artística que inicio --cuando menos-- veinte años antes.
¿Por qué veinte años antes? Algunos de los poemas de la versión de 1995 de Navegación en Yoremito cuentan con una o varias versiones anteriores en poemarios del autor tales como: Poesía en limpio (1990), Heredad (1981), Digo lo que amo (1976), Memoria en la Alta Milpa (1975). Y en la edición de 1993 de Navegación en Yoremito. Es posible encontrar múltiples variantes de una versión a la otra.
La mayoría de las variantes refieren cambios léxicos, los cuales pueden obedecer a uno o varios motivos, tales como: mejoramientos rítmicos, mayor cohesión entre los campos semánticos del poema, mayor ludismo en el manejo de arcaísmo. En menor grado, la variantes obedecen a cambios en la puntuación. Hay también variantes que suponen cambios en el corte versal, en el orden de los versos, o bien, adición o supresión de los mismos.
Respecto a las características generales de Navegación en Yoremito, conviene anotar su gran ludismo con el lenguaje. Se encuentra una mezcla de diversas hablas y grafías modernas y arcaizantes, incluso neologismos propios del poeta: peguedesumbra, culiandanzas, arrimoroso. Se imita la antigua morfología castellana (desotros, desques) en cuanto la contracción de palabras. El estilo de los títulos de los poemas es barroco por su extensión y complejización de la forma. Veamos ejemplos:


Parto do no se muere sino que se vive la cruda suerte de matar.

Aquí se dice de cómo según natura algunos hombres
han compaña amorosa con otros hombres.

De cómo los pastores suelen abandonar su hato
para aposentar otras ovejas de mejores maestrías
en usos del otro amor.

Canción del alegría que me viene al memorar
al mi dulce amado pescando.

Del ardor que me contesce desques llegada la
presencia del mi amado.

Canción de amorosos apremios escrita a la usanza de
loque agora no se considera.

Canción a la memoria del aquel día en el que mi cuerpo
temblar y arder se sentía.

Romancillo de1 céfiro que más que yo besaba
la tanta luz del cuerpo del mi amado.

De por qué es yerro y penar el pecado y de cómo
han de darse castigos de salvación.

De la franqueza de la natura humana que non está
instructa de reclamar intromisiones.

Ruego para que esta hoguera mía
sea otra vez la juventud.

Aquí se dice de cómo ha de hacerse la oración que trae al
alma consolación después de haberse sido desdeñado.

En Navegación en Yoremito es posible encontrar la gran capacidad de síntesis de la poesía, pues en ella confluyen –en este caso particular-- regiones culturales diversas (Sonora, Castilla, los chicanos, el Barroco), el amor en múltiples variantes, influencias poéticas varias, sincretismo lingüístico (arcaísmos, anglicismos, lenguas indígenas).
Es un poemario desagarrado, cuyo disfrute no va ligao tanto a la erudición como a la apertura al amor: al de él, al de aquél, al de otro. El „otro amor“ es un tema central dentro de este poemario. Pongamos por ejemplo el siguiente poema:

AQUÍ SE DICE DE CÓMO SEGÚN NATURA ALGUNOS
HOMBRES HAN COMPAÑA AMOROSA CON OTROS HOMBRES.


De amor echele un oxo, fablel'e y allegueme;
non cabules, —me dixo —non faguete fornicio;
darete lecho, dixe, ganarás tu pitanza.
La noche apenas ala, de cras en cras cuerveaba
sus mozos allegándose a buscar la mesnada.
Vente a dormir en mí, será poca tu estada,
desque te vi me dixe, do no te tocan, llama,
do te tocan, provecha, cualsequier se vendimia.
y “andó” —que es de salvajes—: anduvo, anduvo, anduvo;
non podía a tod’ora estar allí arrellanado.
El mes era de mayo, ansí su devaneo,
la calor fermosillo fermoseaba su estampa.
Más arde y más se quema cualquier que te más ame
—le dixe—, folgaremos como’l fuego y la rama.
Entonces preguntome —entendet la palabra—:
¿cuánto dáis? y le dixe: cuanto amor te badaje,
que el que ha los dineros siempre es de sy comprante,
muestra la miembresía, non enseñas non vendes.
Ay, vivo desdentonces empeñando la tynta
y muchos nocharniegos afanes hame dados
bien cumplidas las nalgas de aquestas culiandanzas.
La cuerva noche arrea ovejas descarriadas.
Yo pastoreo amores
con aparejamiento.

Este amor que es otro, da una unidad temática al poemario, unto con los elementos estilísticos arriba señalados. Por toda esta gran unidad, después de una lectura atenta, quizá se podría afirmar que Navegación en yoremito en realidad no es sino un gran poema de largo aliento formado por quince cantos o poemas.
A lo largo de los quince poemas que conforman Navegación en yoremito queda establecido en utopía qué es el amor, merced a la concreción representada en las circunstancias ficcionales del poema, donde se da un convincente manejo de la teatralidad, pues el yo poético cobra pleno sentido a la luz de situaciones de locus amoenus planteadas al interior del poema, de manera, que, siguiendo el consejo que diera Borges, el poema lírico no se limita a trinos pajariles, sino que se está contando (o mejor, representando) una historia. Sin por ello perder su lirismo.
La teatralidad en la poesía también puede referirse --además de la representación de escenarios-- al hecho de que la voz lírica asume una máscara (o personaje) mientras el yo poético asume otra máscara. Pero seamos más concisos: la teatralidad poética es la capacidad del poema para asumir la realidad de manera semejante a como lo hace el teatro, es decir, esencialmente acción representada ante un auditorio. Como en el siguiente poema:

DE CÓMO LOS PASTORES SUELEN ABANDONAR SU HATO
PARA APOSENTAR OTRAS OVEJAS DE MEJORES MAESTRÍAS
EN USOS DEL OTRO AMOR.

Dexó sus cabras el zagal y vino:
¡qué resplandor de vástago sonoro!
¡qué sabio verdecer sus ojos mansos!
¡qué ligera y morena su estatura!
¡qué galanura enhiesta y turbadora!
¡qué esbelta desnudez túrgida y sola!
¡qué tamboril de niño sus pisadas!

Dexó sus cabras el zagal y vino...
ah libertad amada dixe
éste es mi cuerpo, laberinto, avena,
maduro grano que arderá en tus dientes,
esquila, choza, baladora oveja,
tecórbito y aceite, paja y lumbre:
¡baxa a llamarme, a reprenderme, a herirme,
a serenar turbadas hendiduras!

¡Baxa, pupila de avellana, baxa,
rústico centelleo, ráfaga de rocío,
colibrí de ardimentos,
soy también tu ganado! Ven, congrégame,
descíñete, sorpréndeme
asido a tu cintura, dulce ramo,
caramillode azahares en mi boca.
................................
Y, ante mis ojos,
como un tañido de frescura,
triunfal y apasionado desconcierto,
emergió de sus piernas, trascendiendo
hacia todos mis dedos como galgos,
liebre espejante, mórbida espesura,
la suntuosa epidermis respirando,
temblando, endureciéndose
en la gallarda péndola
el orgulloso endurecido bronce
de su intocada parte de varón:
estallido, mordisco, ávida lengua, indómito pistilo,
pródigo arquero,
dulzorosa penetración,
novilúnido semen plenamar de su espasmo,
de su primer licor abeja de oro,
se me quedó en el pecho, pecho a tierra,
un gemido de manso entre los álamos.
Luego estuvimos mucho tiempo mudos,
vencedores vencidos,
acribillados, cómplices sobre las pajas ásperas:
él junto a mí sonando todavía
y yo, mi cara sobre sus genitales de salvaje pureza.
..................................................
Recordé que se olvida,
que no se dixo nada
más.

Dexó sus cabras el zagal y vino.
¡Qué blanco,
qué copioso
y dul
ce
vino!

El ludismo es evidente, pues además del juego de máscaras se tiene el juego de palabras, como en el calambur que ingeniosamente cierra el poema: dulce vino (se vino). Es notorio también que en el amor tierno y apasionado hacia el zagal se le tenga a éste como un buen salvaje (fijarse si no en los genitales de salvaje pureza). El tono vehemente, personal y declamatorio, propio de Bohórquez en muchos de estos poemas, es el logro de recrear aquello que Eliot llama la segunda voz de la poesía, es decir: el poeta hablando ante un auditorio real o hipotético, a la manera de un monólogo. Todo esto en una expresión poética del otro amor, a la cual el poeta Abigael Bohórquez, según sus propias palabras, debía su razón de existencia y de creación.