domingo, octubre 05, 2014

"Es lo más sucio que han tocado mis manos"

Éramos muy jóvenes, insisto. No tengo diarios escritos de aquéllos años, y para recordar he de fiarme de los caprichosos caminos de la memoria. Esta columna pensaba seguir la linealidad del tiempo, pero se me vuelve imposible, así como los sueños tampoco son lineales. Así, he de volver de momento sobre las hazañas del profeta Flamingo. Profeta-Poeta.
Como en la pasada ocasión, hablaba de el Flamingo y su desapego por las verdades absolutas, también es lindo recordar su impulsividad y sus índoles provocadoras incitantes de la poeticidad. Con sus actitudes irreverentes, su generosidad y su hospitalidad llegado el momento, que no desdecía su animo jocanti.
O espíritu chocarrero.
No era 1994, pero fue poco después. El Flamingo rentaba una pequeña casita por rumbos de donde hace décadas había sido la zona roja de Hermosillo. Ya no había zona roja pero como recuerdo de ella quedaban un conjunto de cuatro regaderas al fondo del patio donde las putas se aseaban en un pasado lejano. ¿O cercano también? Algunas veces tuve por suerte visitar ahí al Flamingo, departir y beber, en medio de la extraña vibra de aquel lugar de semipenumbras que en ocasiones me parecía siniestro o al menos enrarecido.
Recuerdo: Ahí vivía Flamingo con su novia Cristina, mismos que aparecen en una foto de El Imparcial vestidos de negro cuando el día después del sepelio de Abigael Bohórquez. Abigael decía que Cristina era un andrógino, pues era muy bonita pero al mismo tiempo con cierto toque varonil, incluso de la voz (ahora que caigo en cuenta, el Flamingo de aquellos tiempos era muy guapo, incluso parecido a Brad Pitt, y con cierto toque femenino). Se complementaban muy bien. Aunque no terminarían en buenos términos. ¿Cómo lo sé? Por lo que el propio Flamingo me contó. Pero lo dejaré para otra ocasión. Por ahora me conformo con repetir lo que él dijo refiriéndose a ella: "Es lo más sucio que han tocado mis manos"
Es más: Se los cuento el próximo fin de semana. Feliz domingo y gracias por leerme.
 

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