El
16 de noviembre de 2016 a las 7:00 pm se presentó El país de las
mandrágoras (Alfaguara, 2016) de Ethel Krauze. Acompañó en un
excelente conversatorio a la autora la escritora Eve Gil. Todo esto
en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, sito en
Nuevo León 91, colonia Hipódromo Condesa.
Inició
en el uso de la palabra la autora leyendo un fragmento de la novela
en cuestión, para cederle el turno a Héctor Orestes, quien presentó
a ambas escritoras. Acto seguido, Krauze recordó que el día 15 de
noviembre hubiera sido el cumpleaños 76 de René Avilés Fabila, que
ya no alcanzó a cumplir, pues la muerte lo alcanzó el pasado 9 de
octubre en su casa en la mañana. “Maestro, amigo entrañable,
hermano mayor” como refirió Ethel Krauze, “aquí estás también,
donde quiera que estés”. Y prosiguió: “Y Eve Gil que con gran
entusiasmo y generosidad dice que está representando a René, pero
no, ella se representa sola, es una espléndida escritora, una
crítica literaria de esas que casi ya no hay ahora, en estos tiempos
de pasarela y de hacer comercialismo. Ella está por ese tono de
hacer una crítica literaria muy auténtica, muy hospitalaria,
especialmente con la escritura de las mujeres. Es un orgullo para mí
tenerla mi lado, aquí, en El país de las mandrágoras”.
Eve
Gil tomó entonces la palabra. Dijo, entre otras cosas: “El país
de las mandrágoras al que alude Ethel Krauze es justamente éste, el
nuestro. Ha escrito una novela sobre un tema doloroso y explotado
hasta la náusea, el crimen y la sangre derrramada. Muy pocos han
mirado más allá, salvo muy admirables excepciones, gracias a su
calidad poética. Pero Ethel Krauze va más allá de lo poético y me
atrevo a decir que El país de las mandrágoras
encaja en el género fantástico. Puede verse como metáfora del
dolor de las familias que han perdido a sus hijos haciendo de los
gritos acallados de la sociedad un grito unánime que trasciende la
realidad virtual”
Ethel
Krauze coincidió con Eve y se mostró gratamente sorprendida de que
se le ubicara a su novela en el género fantástico. Y ahondó
diciendo que todos hemos perdido un hijo en México, aunque no sea
consanguíneo, pues están matando a las nuevas generaciones de
mexicanos, que de alguna manera son los hijos de todos. Comentó que
la primera presentación de la novela fue en Iguala, y muchos (y
muchas) de los asistentes dijeron “Yo soy Micaela”, en alusión a
la personaje que pierde un hijo. Esta novela no es nota roja, sino el
cumplimiento de la misión del escritor (a decir de la autora) de dar
voz a los que no tienen voz, una novela coral donde la voz es
comunitaria, y donde la luz domina sobre la oscuridad, pues aunque
estamos en un túnel, se ve una luz al final.
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